La SEL comunica con pesar el fallecimiento, el pasado día 26/12/2020, del profesor Gregorio Salvador Caja, en cuya memoria compartimos esta breve semblanza
En recuerdo de don Gregorio Salvador Caja
La Sociedad Española de Lingüística desea honrar la memoria de don Gregorio Salvador Caja, gran filólogo, excelente profesor y académico modélico en participación y eficacia. En estos momentos de desarraigo, expresa asimismo su profundo agradecimiento a quien fue uno de los miembros fundadores de esta sociedad, socio proactivo y su presidente entre 1990 y1994.
Gregorio Salvador es uno de los últimos representantes de una gloriosa generación de historiadores de la lengua y de dialectólogos que no solo llenaron el profundo vacío creado por la guerra civil, sino que supieron abrir puertas y ventanas a la renovación metodológica de las corrientes lingüísticas y teorías literarias que venían de las escuelas europeas.
Ve la primera luz en Cúllar y se forma en la Universidad de Granada. Tras conseguir en 1959 la cátedra de instituto «Lengua y literatura españolas» ejerce como profesor en Algeciras y Astorga. Bajo la dirección de su maestro, Manuel Alvar, defiende en la Universidad Complutense sus tesis de doctorado sobre el habla de su tierra natal (El habla de Cúllar-Baza). La dialectología andaluza es el eje central de sus investigaciones posdoctorales. Junto a otros dos grandes maestros (M. Alvar y A. Llorente) recorre todos los rincones de la tierra andaluza realizando las encuestas que constituyen la información sobre la que se basa una gran obra el Atlas lingüístico de Andalucía. Al vocalismo del andaluz oriental, que constituía un problema morfofonológico por su singularidad, dedicó trabajos relevantes tanto por los datos ofrecidos como por su interpretación. De su práctica como encuestador directo nació su insistencia constante sobre el lenguaje hablado.
Tras obtener en 1966 la cátedra de «Gramática histórica de la lengua española» de la Universidad de La Laguna, ejerce su magisterio universitario en tierras canarias hasta 1975. En estos años entra en contacto con los maestros europeos de la semántica estructural (especialmente Eugenio Coseriu). A través de numerosos artículos y brillantes conferencias se convierte en el máximo difusor de esta renovación metodológica en la explicación del significado léxico. Dirige tesis modélicas como las defendidas por Ramón Trujillo y otros profesores de La Laguna. Sus trabajos se convierten en la inspiración de la que nos nutrimos muchos jóvenes investigadores de aquellos momentos.
Tras unos breves pero fecundos años en la Universidad de Granada recala primero en la Universidad Autónoma de Madrid y, desde 1980 en la cátedra de «Lengua Española», en la Universidad Complutense, donde continúa su magisterio a la par que abre otros derroteros de actuación y de influencia. Se multiplica en tribunas y columnas de opinión en la prensa en las que, con pluma ágil, prosa perfecta y constantes notas de humor, interviene tanto en cuestiones de información lingüística como en las polémicas que circundan la situación de la lengua española en las nuevas autonomías y en la enseñanza. Toca temas diversos, desde la defensa de cuestiones normativas del día a día hasta un ataque frontal contra la artificial normalización de lenguas y dialectos tradicionales. Por esta dimensión periodística recibió relevantes premios y distinciones.
Ingresa como miembro de número de la Real Academia Española en febrero de 1987. Ocupa por primera vez el sillón «q», letra a la que dedica un discurso documentado, a la vez que transparente y muy ameno. Con este trabajo inicia una serie de aportaciones sobre la historia del alfabeto, que culmina en una publicación conjunta con Ramón Lodares (Historia de las letras, 1996).
En la RAE despliega una intensa labor técnica y administrativa. Participa como ponente de la Ortografía de la lengua española (1999), la primera publicación que es firmada por todas las academias de ASALE. Interviene en un informe ministerial en defensa de la letra «ñ» y participa en la intensa labor unidad panhispánica de la RAE con las academias hermanas de ASALE. Durante ocho años ejerció el cargo de vicedirector en una de las épocas más brillantes de la institución, durante el mandato de Víctor García de la Concha.
Participó durante muchos años de forma activa en el Consejo Asesor de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), donde semana tras semana dejaba muestra de su constante estado de alerta y de su agudeza para encauzar los vientos del cambio.
La claridad y la actualidad de su estilo se hallan en relación con su conocimiento y estudio de los grandes escritores. Pero no solo redacta estudios de singular finura sobre poetas españoles del siglo xx (Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, García Lorca, Blas de Otero…), sino que publica trabajos sobre crítica literaria, tema en el que propone adoptar las propuestas de algunos teóricos de la Escuela de Copenhague. Menos conocida, pero digna de ser tenida en cuenta, es la labor de creación que desarrolló en los últimos años: dos libros de cuentos y una novela (El eje del compás), con posibles reminiscencias autobiográficas.
Gregorio Salvador era un auténtico carácter. Nada de la lengua ni de la existencia fue ajeno a su pasión. Y cuando su vida se fue despoblando de seres queridos, de amigos y de fuerzas, supo presentir y aceptar la llegada de la niebla. Todo un ejemplo.